domingo, 25 de abril de 2010

¿Y tú, qué quieres ser de mayor?


14 en manipulación. Puede parecer una tontería pero 14 es mucho si se mide sobre 15.  Y mi resultado fue 14. Hace años de ello y aún me ronda por la cabeza. Pasividad 3, Agresividad 2, Manipulación 14. Si al menos no me lo hubieran explicado. Pero, como siempre, alguien se empeña en hacerte saber quieras o no quieras. La carta con los resultados llegó a casa  a los pocos días y quiso la casualidad que fuese yo quien la encontrara en el buzón. No la habría abierto si no hubiese creído que eran las faltas a clase —ese curso me había “fumado” las de Lengua y Literatura un día tras otro, menudo latazo de clasecita—. Algunas de las palabras del informe están grabadas a fuego todavía en mi memoria, pero me niego a repetirlas. En realidad, no sé por qué dar vueltas a aquello ahora. Hace tantísimo que ya no tiene ninguna importancia. Aquél aburrido test idiota sólo me sirvió para una cosa.
Hoy, no podría dedicarme a lo que me dedico si manipulase a nadie (¿o se dice “a alguien”?, aquí siempre dudo, quizás no hubiese estado de más ir a alguna clase de Lengua, al menos). Soy absolutamente imparcial. Ciencias puras. Razón y más razón. Ensayo y error. Si no puede demostrarse empíricamente, no puede influirme. No manipulo a nadie. No quiero hacerlo y no lo necesito. Lo dice mi terapeuta. Y está claro. La prueba está bajo mi brazo: mañana debo entregar la crítica a redacción y seré completa, total y absolutamente imparcial. No podría ser de otra manera, no he leído ni pienso hacerlo —hasta ahí podíamos llegar— el libro que llevo bajo el brazo, ni una sola palabra. Puedo jurarlo.
María Martín ©

No hay comentarios: