Siempre, desde pequeña, había tenido esa fijación por los zapatos. Un juego infantil se convirtió con el paso de los años en toda una teoría. A fuerza de observar podía pronosticar, casi sin errores, no sólo qué tipo de persona los llevaba sino que acertaba invariablemente su estatus social ,( las variedades eran numerosísimas como cabe imaginar, desde " el quiero y no puedo de toda la vida de Dios " a lo que su abuela había llamado siempre " el piojo revivío " pasando por infinidad de otros tipos: el cateto clásico de zapato de rejilla con calcetín blanco de deporte , el cateto moderno de calcetín ejecutivo transparente y vello aplastado bajo él, la marrana-marrana de tacones torcidos sin tapillas o de tapillas desportilladas, la señora "de casa bien " venida a menos zapato de salón Gucci modelo 1963, eso sí, impecable,el jubilado de zapatos anticuados y relustrados -pero cómodos para ese juanete que los deforma -, la petarda de plataformas... )su posición económica ( que no es lo mismo aunque a simple vista pudiera parecerlo) aventuraba sin fallos su ropa, su reloj, su peinado, se atrevía incluso a predecir aficiones, y difícilmente se equivocaba .
- Qué bien, 29 años de verificaciones al garete, pensaba mientras con los ojos buscaba algo por la habitación.-
Le conoció en una de esas tertulias literarias que tan de moda se habían puesto y ahora aparecían día sí, día también, por toda la ciudad. Era maduro, alto, desgarbado, ojos saltones , boca demasiado fina, nariz grande...terriblemente feo si te parabas a mirarle, terriblemente atractivo cuando hablaba. El efecto de su voz, con ese tono grave de ritmo cadencioso, que en un primer momento lo parecía en demasía, hasta casi el amaneramiento, al cabo de unos minutos era como un tornado que atraía cualquier cosa que se le acercara. Hablaba y hablaba y su voz vencía más que convencía. El perfecto embaucador, el perfecto charlatán de feria el perfecto tele-predicador americano en España y sin nada que predicar. La ropa anticuada, el pelo escaso y mal peinado, la barba mal afeitada, su desaliño más que evidente para el observador menos dotado, un reloj de plástico negro que -si la vista no le fallaba-ponía Colgate, eran engullidos por el rumor acariciante de su voz vacía de palabras. Nada más verle, había intentado hacer su juego adivinatorio a la inversa, sabía exactamente qué tipo de calzado llevaría, unas zapatillas deportivas del año de María Castaña a las que - apostaba la cabeza - llamaría tenis, con mugre del año que pidieras, los cordones sucios y desgastados y las punteras renegridas. Cuando al acabar el acto todos se pusieron en pie aparecieron bajo unos pantalones que lucían innumerables rayas llenas de brillo, unas preciosas botas negras de sport con suela de goma, punta redondeada y gruesa, y limpieza irreprochable. Buena señal , ese descuido no era más que una pose de intelectual trasnochado, y se dirigió a él con la mejor de sus sonrisas.
Ahora, mientras se viste rápido y en silencio intenta recomponer sus esquemas mentales, no sabe qué pensar de lo que acaba de ocurrir, no sabe si llamarlo sexo porque el sexo habría implicado algo de pasión, o de afinidad, pasión y afinidad que no se habían dado; tampoco desahogo porque ella había creído ahogarse, juraría que no había salido huyendo en el primer minuto porque el vendedor de palabras que ahora estaba sin resuello en el baño le había inspirado algo parecido a la lástima cuando vio que él llevaba casi una hora esperando sólo en el dormitorio de un hostal - cutre a morir , por cierto- a que ella escapara de un atasco. No sabe muy bien cómo ha podido acceder a ir allí con alguien a quien acaba de conocer, no sabe cómo comportarse cuando él salga , no sabe dónde está el bolso que ha soltado al llegar en algún rincón de la habitación casi a oscuras, pero, sobre todo, no sabe cómo ha podido desmoronarse tan estrepitosamente su teoría . Sus zapatos eran perfectos .
-Qué mala suerte , qué desastre de noche, podría haberme fallado con el taxista o con el nuevo de la oficina ... ¿Dónde está ese puñetero bolso? No puedo irme sin él , tengo dentro las llaves del co...Al mirar al otro lado de la cama, justo al lado del bolso, unas zapatillas deportivas que en el mundial de fútbol del 82 ya habían conocido tiempos mejores estaban tiradas de cualquier manera, los cordones negros como carbón y deshilachados, los nudos sin deshacer, las punteras abiertas. Un asco. Una sonrisa le ilumina la cara como el sol una mañana de invierno, y entonces , con su cara de soleado domingo invernal, su bolso en la mano, sus perfectos zapatos de tacón, la certeza de llevar la razón en la mirada y su voz más dulce , pregunta al hombre que tose y carraspea al otro lado de la puerta del baño :
-Ya me voy ¿necesitas algo?
- Sí, las mujeres que lleváis siempre de todo ¿tendrías unas tiritas ? Ayer se empeñó mi madre en que me pusiera unas botas que me regaló , no las había estrenado, y las rozaduras me están matando, menos mal que hoy me he puesto otra vez mis tenis .
María Martín ©
9 comentarios:
Aquí y con este arte me gusta verte, princesa.
Gracias Juanmi , quizás la voz de la sombra ha hablado sola demasiado tiempo , un poco de luz , o de contraluz , está bien para variar. Lo peor es que la luz hace sentir más inseguro y más desnudo que una cómoda oscuridad .Besito.
¡¡ Me ha dicho princesa , me ha dicho princesa !!
Shhhhhhhhhhhhh... calla que se va a enterar todo el mundo ( que conocer no conocerás , pero adivinas de maravilla , porque soy yo, pero es justo aquí donde menos se me ve... o quizás no )
¿y ahora como definiria la noche?
Vengo de la sombra ... y aquí estoy otra vez ... Me lo paso pipa con tus relatos , me veo ahí en la misma escena , es que casi puedo tocaros....
Muy bueno , lo de los zapatos... yo tambien soy de esas ... Cuando vivía en Madrid , me encantaba adivinar la vida de la gente que viajaba conmigo, cada día en el metro, por sus zapatos...
MAS BESOS...
El sol te pone guapa.
Besicos.
C.S.
Te felicito por tus descripciones, Belle... Curiosa historia sobre errores y aciertos (que nunca se sabe qué son realmente) hasta ahora sólo conocia tus sombras. Pero es cierto que el tiempo ha de tener días y noches.
Un saludín.
Hola belle, realmente me asombró este cuento. Original el tema, muy buen desarrollo y final. Sólo algunos términos que son propios de tu región y no conozco, aunque pude intuir su significado. No he tenido tiempo de leer más pero prometo volver. Gracias por tus palabras en mis palabras. Abrazo
Hola Belle,
Te escribo en nombre de "en clave de LA" (un proyecto editorial creado por alumnos de un master en edición). Nos gustaría que colaboraras con nosotros, pero no sé cómo ponerme en contacto contigo. Escríbeme a mvenamo@yahoo.es y te explico de qué va, por si te interesa.
Un saludo,
Marta.
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