miércoles, 14 de julio de 2010

Crónicas Chilangas III. (Llueve, luego insisto)



Sé que es lluvia por la parafernalia al uso: el cielo se oscurece, hay nubes cada vez más negras, truenos, relámpagos, rayos…y cae agua (p'abajo, como en "tolos laos"). El resto como si fuese la primera vez. Cualquier parecido con algo que yo conociese o reconociese como lluvia, es pura casualidad.

Vendedores que hasta haces unos instantes ofrecían estampas de Toy Story 3 (diez pesos le cuesta, diez pesos le vale) se transforman en vendedores de paraguas y sombrillas de todos los colores y tamaños. Y cuando digo todos los tamaños, quiero decir justo eso: todos, toditos, todos. Palabra que he visto bajo una lluvia que asustaba a un señor vendiendo sombrillas mayores que las de playa de tamaño familiar. Y quien preguntaba el precio. Increíble, pero cierto.

Los cables eléctricos que cuelgan en las posiciones más inauditas y por todas partes suenan y resuenan, rechinan, chisporrotean y parece que sólo los veo, los escucho y los temo yo. El tráfico ya de por sí infernal se paraliza (¿otra vez? ) entre policías de tráfico que sorben helados y ponen mensajes con el móvil (si alguien consigue ver un poli sin el cel -dicen aquí- en la mano, le compro el lote completo de estampitas "de a diez pesos"), lo que hace un rato podría haber sido una calzada normal, o parecerlo, se convierte en un río embravecido con ramas, cajas y frutas flotando. Yo, con mis sandalias y el vestido “ arremangao” resulto incongruente y fuera de lugar, pero  si veo un rayo de sol  en la mañana,  -absolutamente cabezota-, me visto de verano. Intento parapetarme bajo un paraguas plegable mínimo. Es verde pistacho y tiene una gotera. Estoy mojándome más que si no lo llevase. Me miro y estoy tan ridícula que me parto de risa. Adoro esta ciudad. Hasta con lluvia.
María Martín©

1 comentario:

Carlos de la Fé dijo...

Y si supieras como esta ciudad te adora a ti...