lunes, 9 de agosto de 2010

Contagio (una casi crónica casi chilanga)



¿Cómo cuentas esto?

—No se puede es indescriptible.

—Claro que se puede, yo diría : (...)

Y sí, ciertamente podías, pero yo no me rindo con facilidad así que intento argumentar: pero aunque digas lluvia nadie entendería esta lluvia, ni ese balcón, ni los árboles que apenas nos dejan ver otra cosa en la ciudad que dicen más contaminada del mundo,  ni el avión que cruza tras ellos al alcance de nuestra mano.

—Todo se puede contar, es cuestión de imaginación

Yo no tengo imaginación, ni la más mínima, afortunadamente (y lo apostillo como si tener imaginación fuese una enfermedad venérea de la que hubiese de huir a toda costa).

—¿Cómo matarías a ese tipo que viene por ahí? 

—No le mataría, moriría mientras echa su primer polvo en meses. Desnudo y con los calcetines puestos. De cuadros. 

—¿Y qué hacemos con el reloj de bolsillo?

Vale, le matan y se lo cosen a la piel como venganza, pero yo no seré la asesina. 

Y sigo : 

Y a ese otro "le pega" morir  con una bolsa en la cabeza mientras se masturba, una cuadrada transparente, sin asas,  tiene las marcas de los dobleces con que la guardaba bajo la esquina derecha del colchón. Duerme en el lado izquierdo, la bolsa está en el derecho para disimular por si la encuentra la señora de la limpieza.  —Y esos dos chicos bajo la marquesina morirían por un motivo idiota, seguro, que no les roben el ipod o el iphone, o las Converse recién compradas en New York. Los encontrarían con las camisetas blancas, tan impolutas ahora, manchadas de la pintura con que unos grafiteros acaban de decorar la pared a la vuelta de la esquina. —Por cierto ¿no te parece que la modosita de gafas de la mesa de enfrente tiene pinta de viciosilla? 

Para qué empezaré yo nada si sé que no tengo medida, si cuando empiezo no puedo parar , si da igual que sea comer patatas fritas o quererte, no sé dejarlo en el momento justo. Si no se acaba la bolsa o no te vas, yo sigo ahí, candidata al empacho o esperando el final irreversible. Insaquible al desaliento. Cerril, cabezota, necia.

Ahora camino por un mundo en el que cada vivo es candidato a dos muertes, la suya y la que yo le destino. No sabré si coinciden alguna vez salvo que Gráfico tenga a bien certificar en primera plana mi acierto.  Menos mal que mesura no tengo pero imaginación tampoco. Qué se le va a hacer. O  mejor: algo es algo.


María Martín ©

2 comentarios:

Helio dijo...

¡Qué peligro tienes!

Belle dijo...

Esto...je,je. Qué va, si en el fondo soy un angelito.